Heraldo Cubano: Estados Unidos y su poca imaginación.

Por Arthur González (English translation follows below)

Los yanquis han inventado tantas mentiras contra la Revolución cubana desde 1959, que ya no tienen imaginación creativa para construir otras falsedades para acusar a Cuba.

Desde asesinatos, torturas, falsas leyes para privar a los padres de la patria potestad de sus hijos, inventadas violaciones de los derechos humanos, fabricación de opositores que resultaron ser aprovechados del dinero que les asignan para sus provocaciones y al final solo buscan las vías para obtener un visado de refugiados políticos y ser mantenidos por el gobierno norteamericano.

“Damas” que jamás se comportan como tales, sino como mujeres sin educación formal y conductas del bajo mundo; “huelgas de hambre” transformadas tras el telón en comidas proteicas; “detenciones arbitrarias” que solo son breves traslados a las estaciones de la policía por alteraciones del orden público orientadas desde Miami; hasta emigraciones económicas convertidas en “exilio político”, por obra y gracia de campañas mediáticas.

La más reciente y burda mentira fue publicada, el pasado 3 de abril de 2020, por la revista Newsweek, donde le adjudican a un “alto funcionario declaraciones que afirman:

“La Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos tiene evidencias de que se han producido embarques de drogas entre Venezuela y Cuba”.

Vieja y gastada táctica cuando desean deslizar informaciones para crear una matriz de opinión entre los lectores.

Pero lo que no menciona dicho artículo son los antecedentes de cooperación de Cuba con la DEA y otras autoridades yanquis respecto a esos temas, hechos que contradicen la mentira.

Hay que recordarles a los editores que se prestaron para tal calumnia, que en 1996 se iniciaron seriamente contactos entre la Guardia Costera de los Estados Unidos con autoridades cubanas, y en ese mismo año, el gobierno yanqui autorizó el nombramiento de un representante de la Guardia Costera, como parte del personal de su Sección de Intereses en La Habana, quien sería a partir de ese momento el contacto oficial con los cubanos.

Entre los temas que se trataron desde entonces, estaba precisamente la cooperación en la lucha anti narcóticos, motivado por el reconocimiento sostenido de Estados Unidos, que el Gobierno de Cuba estaba comprometido a combatir el consumo interno y el tráfico internacional de drogas; la confiabilidad de Cuba como socio en ese aspecto, pues ambos países comparten similar interés, y la creciente preocupación sobre el trasbordo de drogas en el mar Caribe, viéndose a La Habana como una ayuda en ese combate.

Por aquellos años fue detectado en la Isla un traficante buscado por la DEA, a quien las autoridades cubanas comunicaron de su detención. La DEA envió un avión a La Habana para recogerlo, hecho que demostró la buena voluntad de Cuba en la lucha común contra las drogas, a pesar de no existir convenios entre las partes.

Desde aquellos años bajo la administración Clinton, la cooperación sobre la lucha antinarcóticos se incrementó y Cuba prosiguió su camino para impedir el tráfico cerca de sus aguas, compartió informaciones de interés con las autoridades de Estados Unidos, e incluso facilitó la captura de embarcaciones perseguidas por los guardacostas yanquis, como fue el caso Darling en 1997.

En años ulteriores la guardia costera de Estados Unidos, la DEA, el Comando Sur y el propio Barry McCaffrey, jefe de la oficina para el Control de la Política de la Droga (ONDCP), explicaron que, “por la ubicación geoestratégica de Cuba y la clara disposición del gobierno de la Isla a trabajar profesionalmente con otras naciones, ameritaba una mayor consideración como socio potencial en operaciones antinarcóticos conjuntas”.

Esa relación se ha mantenido por décadas, incluso posterior a la invasión a Irak y la tensión creada entre EEUU y Cuba, bajo la administración de George W. Bush. Ya el informe del 2005, emitido por el gobierno yanqui sobre la Estrategia de Control Internacional de Narcóticos (INCR), reconoce que la cooperación con Cuba es útil para el país. (U.S. Department of State, 2005).

 

The US and Its Lack of Imagination

By Arthur González, Heraldo Cubano (translation by C-L):

The Yankees have invented so many lies against the Cuban Revolution since 1959, that they no longer have the creative imagination to construct other falsehoods to accuse Cuba.

From murders, torture, false laws to deprive parents of the parental authority of their children, invented human rights violations, the fabrication of opponents who turned out to be taking advantage of the money they allocate to them for their provocations and in the end only seek ways to obtain a political refugee visa and be maintained by the US government.

“Ladies” who never behave as such, but as women without formal education and behaviors from the underworld; “Hunger strikes” transformed behind the scenes into protein foods; “Arbitrary arrests” that are only brief transfers to police stations for disorderly conduct directed from Miami; even economic emigrations turned into “political exile”, by the grace and work of media campaigns.

The most recent and gross lie was published, on April 3, 2020, by Newsweek magazine, where they attribute to a nameless “high official” statements that claim:

“The US Intelligence Community has evidence that drug shipments have occurred between Venezuela and Cuba.” A worn-out tactic when they want to slip information to shape opinion among readers.

But what this article does not mention is Cuba’s record of cooperation with the DEA and other Yankee authorities on these issues, facts that contradict the lie.

We must remind the editors who have lent themselves to such slander, that in 1996 contacts between the USCoast Guard and Cuban authorities were seriously initiated, and in that same year, the Yankee government authorized the appointment of a representative of the Coast Guard, as part of the staff of its Interests Section in Havana, who would be the official contact with Cubans from that moment.

Among the topics that have been discussed since then, was precisely cooperation in the fight against narcotics, motivated by the sustained recognition of the US that the Government of Cuba was committed to combating internal consumption and international drug trafficking; Cuba’s reliability as a partner in this regard, since both countries share a similar interest, and the growing concern about the transshipment of drugs in the Caribbean Sea, seeing Havana as an aid in that fight.

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